20 de enero de 2018

Hellboy en el infierno: la carta de la muerte, por Mike Mignola




Título: Hellboy en el infierno: la carta de la muerte.
Autor: Mike Mignola.
Páginas: 152.
Precio: 19€.
Editorial: Norma Editorial.








Toda historia tiene un final, y la de Hellboy se cierra, como no podía ser de otra manera, en el infierno. Parece ser que ésta no va a ser la última obra protagonizada por el diablo rojo, como creía cuando reseñé el anterior tomo, pero sí es a la que desembocan todas las demás, y por ello sigue mereciendo su reseña.

Tras los sucesos ocurridos en el primer tomo, el infierno está sumido en el caos, pero Hellboy sigue vagando con él, eludiendo su responsabilidad en lo ocurrido y el nuevo destino al que se ve abocado. Sin embargo, tanto lo uno como lo otro le perseguirán hasta el final...

Nos encontramos ante un cómic que tiene todo lo que tienen los cómics de Hellboy. Empezando por el gusto por los cuentos, tanto en las referencias como en la propia narrativa. Obviamente, si conoces las referencias a literatura fantástica y de ciencia ficción o incluso las propias leyendas que usa de fuente, la lectura se enriquece en gran medida, pero también puedes disfrutar de las leyendas sin más, transmitidas como historias cortas al más puro estilo Hellboy (muy evocadora la historia del exorcista de Vorsk).

Al final, Mignola hace lo que ha hecho siempre. No aporta una trama complicada, varios niveles de lectura y un desarrollo lleno de lances inesperados y giros de guión. La historia que aquí se cuenta, como viene siendo habitual en Hellboy, es simple como un cuento, pero la forma en que se cuenta sí se empapa de una mística, de unos detalles referenciales y de un carácter mágico que son una marca de la casa y una genialidad.

Esto, por supuesto, enlaza directamente con el dibujo y la forma de narrar mediante él. Hay momentos espectaculares, como la lucha contra Wilhelm Coppelius, y otros más sutiles pero igualmente impactantes, como la enfermedad que aqueja a Hellboy y hasta le hace perder su tono rojo de siempre. Todos ellos configurados en torno a esa simpleza que se mantiene siempre sugerente y que busca siempre una perspectiva original sobre los hechos que se narran.












































Esto no pasaría de ser lo habitual para Hellboy, pero es que en este cómic se le añade un elemento muy importante: el infierno. Un lugar que eleva a la máxima potencia el derroche excepcional de imaginación que supone Hellboy, ya que desprovee de la parte más humana al personaje y lo enfrenta con personajes extraordinarios surgidos de todos los rincones del averno. Si en la anterior nos introducíamos en este lugar mediante un planteamiento de un argumento mucho más férreo, que conducía más a Hellboy, en éste se exploran con menos ataduras este mundo infernal, enfrentando al personaje con viejos conocidos de la serie y con nuevos seres de toda condición.

Pero el escenario no sólo es propenso a los sucesos interesantes y a los encuentros extraordinarios, más que eso, produce un efecto en el personaje. Transforma a Hellboy. Sí, sigue teniendo esa actitud maravillosamente prosaica ante los sucesos mágicos que presencia, pero el infierno y su nuevo status establecido en el anterior tomo vacían de significado al mitad-demonio. Al quitarle el destino aciago que siempre ha ido negando, le dan algo diferente a lo que enfrentarse y producen un efecto desolador en él.
-En el mundo real me llamaban Hellboy.
-¿En serio? Un nombre poco afortunado.
-Sí, en este lugar suena bastante ridículo.
Y con ese manejo maestro del personaje y estableciendo un posible cambio en él, llegamos a un final que juega con mis sentimientos. Porque las historias de Hellboy, siempre con ese tono de cuento, me habían parecido siempre muy pequeñas, y yo había dicho más de una vez que el personaje merecía una gran y épica historia que fuera la más destacada del personaje. Pensaba que eso iba a llegar con esta historia pero Mike Mignola nos lo niega con un final que huye de toda épica. Y eso a pesar de que hay una increíble clímax final centrado en una lucha feroz de proporciones literalmente descomunales. Lo que pasa es que Mignola elige abordarlo de la forma más distante que se puede, restándole importancia a ese grandilocuente derroche de violencia. El autor prefiere concentrarse en un Hellboy que termina rotundamente.

Es un final apagado, pero quizá no haya un final tan cerrado como éste. Terminamos con un personaje que ha acabado con todo lo que puede hacer. Tras haber bajado a los infiernos, Hellboy está acabado y la propia historia se da cuenta de ello y nos lo muestra. Sus asuntos pendientes ya no lo son. Me abruma la simpleza y la inteligencia de este final, y no puedo hacer otra cosa que rendirme ante él. Vale que me ha quitado de los labios esa gran historia que acabaría con todas las de Hellboy, pero me ha enseñado que Hellboy no juega a eso ni falta que hace. Es una serie en la que la más épica de las historias se puede contar de una forma simple y humilde, y seguir siendo grandiosa.

Así que no puedo por menos de darle la máxima nota a esta serie. Un final cerradísimo y muy pensado, que además juega con el personaje al máximo nivel. No me extraña que Mignola decidiese cerrar esta serie, planteada más larga, antes de tiempo. Se nota que él mismo se dio cuenta de que el final tenía que llegar de ésta forma y de que alargarlo sólo iba a servir para repetir lo que ya había hecho con el personaje.
PUNTUACIÓN:
Ω Ω Ω Ω Ω

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Comenta, opina y discute de lo que te parezca, pero sin perpetrar ningún acto villanesco. Superhéroes suelen merodear estos lares.