4 de diciembre de 2017

Buenas noches, Punpun, por Inio Asano



Título: Buenas noches, Punpun.
Autor: Inio Asano.
Tomos: 13.
Páginas: Sobre 220 cada tomo.
Precio: 8,50€ cada tomo.
Editorial: Norma Editorial.








Puede que esta obra sea de las que mejor representa a su autor, Inio Asano, un mangaka que en sus historias se aleja de la realidad y al tiempo se acerca tanto a ella que resulta crudo y descarnado. En fin, son muchos números y hay mucho de lo que hablar, de modo que vamos a empezar describiendo Buenas Noches, Punpun.

La historia se centra en Punpun Punyama, un joven de una ciudad aledaña a Tokio, y se centra en su cotidianidad más o menos corriente. Todo ello desde su perspectiva, que comienza siendo inocente e ingenua hasta que la vida la moldea para ser retorcida y cruel. Junto con esta evolución interior, el aspecto de Punpun irá cambiando de ser un simple pollito a una oscura sombra amenazadora, pasando por otras transformaciones más peculiares. Todo ello usado como un símbolo de lo que Punpun es en cada momento.

De modo que, en cuanto al dibujo, nos encontramos con el clásico manga detallado y maravilloso con el que nos puede regalar Inio Asano, pero de repente hay garabatos, fotografías o patrones que interrumpen eso para simbolizar diversos elementos. Y, de paso, desconcertar al lector, claro.

Aquí parece que el propio Punpun
se dé cuenta de cómo lo están dibujando.
Por ir poco a poco, la historia pasa por diferentes fases según avanza:

En un principio, con la infancia de Punpun y su paso a la adolescencia, se viven los momentos más divertidos, alocados y surrealistas de toda la serie. Es un comienzo espectacular que te introduce en un mundo infantil repleto de símbolos delirantes y situaciones que dejan intuir la crudeza de lo que ocurre en el mundo de los adultos, pero que desde la distancia de la niñez se ven deformados, ya que todo, hasta lo desagradable, tiene un matiz de descubrimiento y aventura.

Además, no sólo se está presentando a Punpun, sino que también se nos introduce todo un universo de personajes y símbolos. El reducido mundo de este chico, centrado en sus amigos, familiares y poco más, sirve para construir toda una serie de personajes con historias que resultan tanto o más interesantes que la suya propia, de modo que son habituales los cambios de punto de vista para narrar lo que ocurre desde otro personaje, sin que ello nos importe lo más mínimo. Es más, enriquece a la historia hasta el punto de que casi todos los personajes (hasta los más insospechados) tienen una evolución que iremos contemplando en lo sucesivo y que, faltaría más, está perfectamente encajada en los engranajes de esta maquinaria para aportar su función al significado conjunto de esta historia.

Continuando este descenso por el río de la historia, la adolescencia de Punpun es descrita de forma sensacional. La superficiliadad y apariencia de un Punpun dispuesto a encajar por encima de todo enmascaran una realidad pura e instintiva. Fundamentalmente, lo principal son las ganas de Punpun de perder la virginidad, que constituyen un hito en la relación del sexo con este cómic, que, como suele suceder con Asano, no está exenta de una parte negativa.
¿Y si fueran los niños los que hicieran como si saben algo y los adultos los que fingen no saberlo?
-Reflexiones de Punpun
al borde de la infancia.

Aproximadamente desde el tomo siete suceden varias cosas que conllevan que la historia se desinfle un poco. Por una parte, Punpun atraviesa una de sus épocas más desesperanzadas, que deriva en una de sus más extrañas transformaciones. Inmerso en una rutina apática y una soledad aún más apabullantes que de costumbre, Punpun vaga sin rumbo sumido en la desesperación, y el lector con él. Porque entiendo que ésta es la intención, transmitir la monotonía y desgana con la vida del personaje, pero sucede que lo hace demasiado bien. Punpun se aburre durante casi dos tomos, y ver a nuestro protagonista aburrirse, pues... es aburrido.

Además, supongo que también de forma intencionada, este cambio en Punpun coincide con el momento en que ya se han terminado de presentar a todos los secundarios. Las rupturas de la perspectiva de Punpun son desde este momento mucho más infrecuentes, ya que ya han terminado de presentarnos este rico universo que comentaba. Aunque volverán ocasionales e importantes cambios del punto de vista, lo cierto es que Punpun adquiere ya un protagonismo casi absoluto. Y esto, combinado precisamente con la monotonía que le inunda, hace este momento más difícil de digerir. Lo que más quiebra esa hegemonía del protagonista, y al mismo tiempo las intervenciones que más recuerdan al surrealismo inicial de la serie, son las desconcertantes apariciones del mendigo Toshiki. Es verdad que, como todos los personajes, es una pieza con su función en la historia, pero creo que se le dedican demasiadas viñetas. Sus delirantes disertaciones y teorías sobre la realidad y el fin del mundo son interesantes un rato, pero acaban por hacerse algo pesadas.
Toshiki,
calla un rato, anda.
Y como en este punto ya se han presentado de una forma u otra a todos los personajes, aprovecho para hablar un poco de ellos. Como ya he dicho, hay historias geniales paralelas a la de Punpun, como la de Seki y Shimizu, dos inseparables amigos que viven en mundos diferentes. Sin duda Seki es de mis personajes favoritos, con su mezcla de cínica sabiduría que combina con una actitud pasota que sólo altera su imparable amistad con Shimizu. Pero bueno, también están Yuichi, Midori o Punpunmamá, todos con historias increíbles. Y, claro, también cabe mencionar a Aiko, una inconstante musa que paga el precio de ser idealizada. Curiosamente, su contrapunto y mi personaje favorito es uno de los que más tarda en aparecer: Sachi Nanjô, que representa en todo momento la esperanza para Punpun. Y además la mayoría de sus intervenciones derrochan una personalidad magnética.

Podemos correr desnudos por la ciudad. Engañar a los viejos para que nos den la pasta. Incluso matar a alguien. Basta con ignorar las cuestiones éticas para poder hacer lo que sea. Por eso de niños nos inculcan valores de tipo armónico o moral de forma casi obsesiva. A pesar de esto, y me parece obvio, la sociedad está hecha de forma que promueve la competencia, el engaño y el robo entre las personas. Sufrimos porque vivimos en medio de esta gran contradicción.
-Seki
divagando sin más

Tras esa calma que se da hacia la mitad de la serie, las cosas comienzan a encaminarse hacia el final, que resulta sorprendentemente trepidante. Poco importa que, a excepción de Toshiki y cuatro detalles simbólicos, el absurdo inicial haya casi desaparecido, ya que cada página te da ganas de pasar a la siguiente de forma que es casi imposible no beberse los últimos cuatro tomos. Tras este tramo final lleno de acontecimientos impactantes, el desenlace cierra a la perfección la deriva del alma de Punpun, entre la corrupción y la inocencia. Y, por supuesto, lo hace con un coste.
Eso dice.
Pero no.
Claramente, no.
Porque al final queda claro que siempre hay un precio a pagar. En el cruel mundo de Punpun, la felicidad de cualquiera se edifica sobre el sufrimiento de otro. Y, al tiempo, la consciencia de esta balanza por el individuo hace que la felicidad acarree un cargo de culpabilidad difícil de asumir. El único que en algún punto se libra de esa carga es Punpun, pero los resultados serán devastadores. En un mundo tan inhóspito, habría sido fácil que los trece números de esta colección se hiciesen repudiables, pero lo cierto es que la maestría de Asano consigue que transitemos por este auténtico viaje emocional que realiza Punpun implicándonos en la historia en todo momento. Y, de paso, haciendo una reflexión descorazonadora sobre el sentido de la libertad y, al final, de la vida.

Para ello utiliza toda clase de recursos que hacen a esta historia particular y única, rompiendo los esquemas de la realidad cuando es necesario para transmitirnos sentimientos muy reales. Hasta la edición ayuda, con unos resúmenes de personajes delirantes y esas sobrecubiertas de un solo color plano que ocultan tras ellas unas cubiertas desconcertantes. Un puntazo por parte de Norma haber respetado estos detalles que te sumergen aún más en este universo de Punpun.
Tres cubiertas que muestran la
absurda variedad de estas cubiertas.
Desde luego, leer Buenas noches, Punpun es toda una experiencia. Tiene sus altibajos, como la vida misma (o como una visión desgarradora y descarnada de la vida misma), pero desde luego los puntos álgidos son de una calidad excepcional. Me he debatido mucho sobre si darle la máxima nota por aquellas pequeñas pegas que le puedo poner. Quizá haya pesado mucho sobre mí el que lo que más me haya gustado sea el principio. Sea como sea, sin duda es muy recomendable.

PUNTUACIÓN:
Ω Ω Ω Ω

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