14 de noviembre de 2017

Pretty Deadly, volumen 2: The Bear, por Kelly Sue Deconnick y Emma Ríos



Título: Pretty Deadly, volume 2: The Bear
Guionista: Kelly Sue DeConnick
Dibujante: Emma Ríos
Editorial: Image (Astiberri en España)
Páginas: 160.
Precio: $14,99 (18 € la edición española)









Lo malo de tener un inicio tan espectacular como el primer arco de este Pretty Deadly es que es fácil que el nivel se resienta en lo sucesivo. Es decir, las autoras siguen siendo las mismas y el universo que echó a andar en el tomo previo admite una gran expansión con múltiples posibilidades, pero tampoco es reprochable que la calidad baje teniendo en cuenta la proeza que supuso ese increíble principio. No obstante, no tenemos que reprochar nada porque Kelly Sue Deconnick y Emma Ríos han vuelto a materializar una proeza en forma de cómic.

La historia comienza con Sarah, que ahora es una anciana próxima a su final. Fox, su antiguo amante, es el encargado de recolectar su alma, pero la hija de Sarah le hace una petición: que no abandone este mundo hasta que tenga la ocasión de despedirse de su hermano, Cyrus. El problema es que Cyrus está muy lejos de su madre moribunda, combatiendo en la Primera Guerra Mundial. Allí, la parca de la Guerra está consumiendo a todos los humanos y sólo la alianza de Deathface Ginny y Big  Alice podrá detenerla, quien sabe si antes de que el joven Cyrus regrese a su hogar...


De nuevo, se presenta una historia humana en la que los personajes sobrenaturales y la magia se encuentran en un segundo plano. Parece que Deconnick ha encontrado en ello una fórmula con la que podría regresar a este universo un número infinito de veces contando toda clase de historias. Quizá con el tiempo se desgaste, pero para este segundo volumen funciona a la perfección, consiguiendo mantener la fascinación y el enigma en torno a esos personajes y ese mundo sobrenatural.
-Dime algo sobre este sucio barro, viejo. ¿Es buena tierra? Crece en ella... qué sé yo, ¿el trigo? Voy a morir por ella, estaría bien saber qué da.
-Da franceses. [...]
-¿Franceses? Vaya una razón de mierda para que muera un chico de Nueva York.
-Oui.
-Theo Cyrus,
en el fragor de la batalla.

De hecho, en esta segunda parte apenas se añaden nuevos personajes, jugando sobre todo con los que ya se habían presentado, profundizando en ellos y mostrándonos en lo que se han convertido tras este salto en el tiempo. Eso sí, se presenta uno en el que debo hacer hincapié: Cyrus. Lo conmovedor de esta historia tiene la clara pretensión de que empatices con él y su lucha pero, a pesar de ser tan obvio, lo consigue perfectamente. Su historia le hace símbolo del sinsentido de la guerra y es un añadido excepcional al impresionante panteón de personajes que se ha forjado en este universo.

Respecto al desarrollo que acontece en el resto de personajes, hay que destacar a Johny Coyote y Molly Raven, que ya eran mis favoritos en el pasado tomo y que ahora protagonizan el momento más impactante de éste, cuando se explica su relación con la suerte. Tal y como sucedió en el primer número con la canción de Deathface Ginny, el final de ese capítulo me dejó con la piel de gallina. Porque esta historia mantiene el nivel excepcional de guión que ya venía teniendo, consiguiendo ese tono lírico que aportan las escenas en el árbol del mundo, con el conejo muerto y la efímera mariposa aún como narradores, junto a otras frases lapidarias que merecería la pena enmarcar.
-¡Conejo, mira! ¡El oso ha olido la miel de las abejas! ¡Se la va a comer!
-No es la miel lo que quiere, mariposa. Son las larvas. La miel es dulce, pero las larvas tienen lo que necesita para mantenerse.
-¿Se quiere comer a sus pequeñas? Qué inenarrablemente cruel.
-No es cruel, mariposa.
-¿Qué es entonces?
-Es sólo cómo son las cosas. Las necesidades del oso no son las mismas que las necesidades de la abeja.
Lo etéreo de ese tono se refuerza con la construcción del estilo narrativo visual y los paisajes reflejados. A pesar de haber pasado de una historia del oeste norteamericano a una de la gran guerra, lo cierto es que no cambia la construcción del espacio y el ritmo, que sigue respondiendo a unas estructuras de western. La atención a detalles específicos combinada con amplios paisajes vacíos, los entornos minimalistas y la tensión que precede a grandes e impresionantes derroches de violencia ayuda a apoyar el tono que ya se ha consolidado como característico de la serie y que hace de ella casi una poesía visual.

Y bueno, en lo que respecta al dibujo, está esto...


Que podemos contemplar más grande si queréis...


Y es que el dibujo de Emma Ríos no puede ser descrito sin usar la palabra espectacular. Continúan las atrevidas composiciones de página que funcionan tanto para narrar la historia como como una ilustración individual, los recursos de los más variados estilos de cómic y los diseños impactantes, como esa parca de la Guerra que se desparrama por toda la página. Claro está, no se puede dejar de alabar también el color de Jordie Bellaire, que, si en el pasado tomo construía una historia que se movía entre el marrón y el naranja del western, aquí se ve invadida del ambiente azul nocturno de la guerra. Eso sí, llegando más lejos incluso que en el pasado tomo en cuanto al atrevimiento a la hora de combinar y cambiar de registro, haciendo que el asombroso dibujo de Ríos luzca todavía mejor.

En definitiva, una segunda parte que, presentando una historia y una ambientación nuevas, abunda en todo aquello que hizo buena a la primera, especialmente ampliando el universo mágico, que ahora comprendemos un poco más, aunque no por ello deje de haber ganas de que sigan profundizando en él en el futuro (ojalá pronto veamos más del nuevo status de Sissy, porque sería fascinante). Y, como ya dije en mi anterior reseña, con un guión y un dibujo sobresalientes, algo que pocas veces confluye a estos niveles. Sin querer forzar la hipérbole y dejando siempre claro que es mi opinión personal, cada nuevo número me da la sensación de estar leyendo una obra maestra y uno de los mejores cómics de este siglo.

PUNTUACIÓN:
Ω Ω Ω Ω Ω

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