9 de octubre de 2017

Bordados, por Marjane Satrapi




Título: Bordados.
Autora: Marjane Satrapi.
Páginas: 136.
Precio: 15€.
Editorial: Norma Editorial.








Marjane Satrapi es una de las creadoras más reconocidas de la BD francesa. Habitualmente se le conoce por su obra autobiográfica Persépolis, pero también tiene otros grandes cómics. Por ejemplo, este Bordados. Otra obra con tintes autobiográficos. Pero bueno, es que las vivencias de Satrapi dan para mucho.

"Cuando los hombres duermen la siesta, las mujeres airean el corazón". Esta es la premisa de la historia, la forma en que este grupo de mujeres iraníes airean el corazón en el momento en que los hombres no están en la sala. Apenas es un pequeño momento, lo que dura esa siesta, pero da tiempo a que todas ellas repasen sus vivencias en un sincero diálogo que supone una síntesis de los miedos y las opresiones de estas mujeres, pero también de las estrategias y las luchas que les hacen sobreponerse a su contexto.

Lo primero que llama la atención de este tebeo es la verdad que transmite. En un momento íntimo, alejados de unos hombres que determinarían bastante su comportamiento, las conversaciones de estas mujeres pueden ser todo lo abiertas y francas que pueden ser. Satrapi ha reflejado a la perfección una cotidianeidad que sería inaccesible para cualquier persona ajena al contexto de esa situación, sobrepasando los límites impuestos a estas personas por su condición de mujeres y por estar sometidas a una sociedad impregnada de integrismo religioso.

Una de las cosas que contribuye firmemente a transmitir esa sensación de realidad de todas las voces expuestas en Bordados es que no se ciñe a un tópico que pudiera representar a la mujer musulmana como a una persona manipulada y sumisa. No vemos en este cómic a mujeres absorbidas por la religión con alguna voz crítica que se opone a ellas, sino más bien a personas que han tenido que adaptarse y sobrevivir en un contexto social dado, con diversos resultados y diversas experiencias que condicionan su visión de la vida. Ninguna de ellas es una religiosa radical con el cerebro lavado y ninguna tiene la clave de la liberación de su género, sólo son mujeres que se han criado en un determinado tipo de sociedad, como podrían haberse criado en otro.
"¿Y por qué somos las mujeres las que debemos permanecer vírgenes? ¿Por qué hay que sufrir ese martirio para satisfacer a un gilipollas? ¡Porque el hombre que le exige la virginidad a una mujer no es nada más que un gilipollas!"
-La abuela Satrapi
lo tiene claro.

Por otra parte, a pesar de este ambiente de verdad que se respira en la historia, lo cierto es que en ocasiones parecería que la autora fuerza un poco las palabras que pone en boca de sus personajes para que el lector comprenda mejor de qué se está hablando. Por supuesto, yo no puedo saber hasta qué punto es así, pero por momentos parecería que muchas de las mujeres que hablan son excesivamente conscientes de los mecanismos de dominación masculina de los que son víctimas. Satrapi, obviamente, al haber vivido en una sociedad occidental, ha podido ver con perspectiva estas situaciones y definirlas mejor, y puede que parte de su visión se cuele entre las voces que aquí refleja. Insisto, yo soy tan ajeno que no lo puedo saber, pero no sé hasta qué punto será franca esta clase de conversaciones libres de hombres y hasta qué punto se expresan conceptos como los que se vierten aquí.

Porque, apartando esa posible injerencia, es obvio el posicionamiento de la autora. Es más, ella no se esfuerza en disimularlo, ya que interviene en primera persona en la historia como un personaje más, a pesar de que el objetivo principal no es el de arrojar ningún mensaje concreto sino el de reflejar una realidad

También se puede ver la mano de la autora en las diferentes experiencias vertidas por la asistente a la particular reunión que es Bordados. Obviamente, Satrapi ha reunido anécdotas de la vida real que ha conocido por su cercanía a mujeres iraníes, pero no se ha limitado a volcarlas, sino que además las ha hecho interesantes. Tanto por su narrativa gráfica como por los diálogos, todas estas pequeñas anécdotas están provistas de un ritmo que atrapa al tiempo que, por su mero contenido, llegan a sorprender a un lector occidental como yo. Aunque, sabiendo de dónde provienen, no resulten tan extrañas.
El dibujo tiene la simpleza que suele tener Satrapi, con una historia que se ajusta muy bien a esa simpleza por la propia cotidianeidad reflejada de la que ya he hablado. Con algún experimento en alguna que otra página que consigue ciertos efectos interesantes y el juego con el blanco y negro, lo cierto es que no hay muchas pretensiones y, en un cómic que sobre todo es una conversación, no hace falta más. 
Eso sí, la tipografía utilizada es UN INFIERNO. Entiendo que la eligieron para darle un toque más personal, pero hay tipografías caligráficas más fáciles de leer. Si a esto le añadimos el empleo de nombres y conceptos típicamente iraníes que no son fáciles de reconocer o siquiera de leer si no los conoces, el resultado es que hay viñetas en las que puedes quedarte atascado un buen rato. Además, el formato tan pequeño de este cómic, muy de bolsillo, facilita que te dejes la vista en las viñetas. Tampoco quiero exagerar, porque no es que no se entienda todo en general, pero la verdad es que el tipo de letra fue una pésima elección.

Pero, a pesar de ese contratiempo técnico, el resultado es una historia interesante desde un punto de vista cultural, por el acercamiento que supone a una realidad de muy difícil acceso, pero también entretenido y hasta cierto punto emocionante, por las verídicas y desgarradoras historias que se cuentan en torno a las mujeres de Irán. En definitiva, una obra perfecta para quienes estén interesados en estos temas.
PUNTUACIÓN:
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