3 de junio de 2016

Pax Romana, por Jonathan Hickman




Título: Pax Romana.
Autor: Jonathan Hickman
Páginas: 144.
Precio: 14 €.
Editorial: Panini Comics.









La especulación histórica es muy divertida. Las preguntas "¿y si...?" son ya un ejercicio clásico de imaginación que ha propiciado grandes narraciones. Si no te ha ocurrido estudiando o indagando acerca de un proceso histórico, como poco en algún momento te lo habrás planteado en relación a tu propia vida. ¿Y si las cosas no hubieran sucedido de este modo? Aventurar teorías de lo que podría pasar al cambiar el curso de algunas decisiones o hechos puede llegar a ser fácil, pero quizá hacerlo de verdad no lo sea tanto. Y esto es lo que se plantea en este cómic...

En él, la iglesia católica en el año 2054 ha desentrañado la forma de viajar en el tiempo. En una situación desesperada para el catolicismo, la cúpula dirigente del Vaticano acaba por mandar un contingente religioso y militar al pasado, concretamente al año 312 d.C., para favorecer el auge del emperador romano que legalizó el cristianismo en su territorio, Constantino I. Los hombres y mujeres mandados a esta época acaban teniendo un impacto decisivo en la Historia de la humanidad, pero no de la forma que estaba prevista por los religiosos...

Vamos a empezar por lo más destacado de este cómic: el aspecto gráfico. Como ya hizo en El informativo nocturno, Hickman mezcla aquí dibujo con elementos del diseño para conseguir un efecto como poco inusual. Avanzando desde ese cómic en su particular estilo, aquí el dibujo se deja ver más, produciendo un efecto igualmente espectacular al tiempo que un desarrollo más ágil y un mayor reconocimiento gráfico de los personajes. Del mismo modo, los colores aquí no buscan seguir un código prefijado, sino reflejar sensaciones más subjetivas, con lo que se desparraman por la página en un impactante derroche visual.
Vaya, que los diseños de una doble página son
ASÍ
de brutales.


Agregado a ese estilo están las habituales digresiones de Hickman respecto a la narración, que en este caso se completan por medio de "Los archivos ocultos", una serie de escuetas biografías y comentarios sacados de los archivos del Vaticano sobre esta misión en concreto que enriquecen la lectura al tiempo que son irónicas o simpáticas por momentos. Del mismo modo, rompiendo con el lenguaje del cómic, en cada uno de los cuatro números que componen el tomo recopilado aquí, se incluyen registros de conversaciones sin ningún dibujo (o con apenas uno en el que aparecen las personas que tienen la conversación). Se nota que es un recurso al que acude el autor para narrar en un par de páginas lo que en viñetas habría costado más papel y más dibujos, pero lo cierto es que sirve para concentrarte en las intensas discusiones plagadas de conflictos políticos y dilemas morales.
Los archivos ocultos: Hay quien cree que la iluminación implica aceptar el mundo tal y como es y no como queremos que sea. Hay gente que no entiende nada.
Luego nos salimos de ese estilo tan rompedor de contar la historia y nos centramos en analizar el argumento y nos encontramos con un aspecto más irregular. Por una parte, hay momentos tratados como grandes revelaciones que resultan bastante obvios y hasta lógicos por el comportamiento de los personajes y el desarrollo de los hechos, incluyendo en esto el final. Por otra, no deja de interesarte la forma en que los actos de los viajeros temporales repercutirán en la Historia y si conseguirán cumplir con sus objetivos o sólo provocarán el desastre y el caos.

Porque al final Pax Romana trata sobre eso, sobre las limitaciones que tiene el ser humano y las formas de superarlas. Basta observar cómo en otras obras relacionadas con viajes al pasado, los viajeros suelen tener cuidado o bien de cambiar sólo lo que les interesa o directamente de no cambiar absolutamente nada por el bien del futuro, mientras que en este cómic podemos ver que ese planteamiento pronto se rompe, llegando a ver escenas de soldados romanos combatiendo contra tanques y helicópteros. Los personajes van progresivamente sobrepasando todos los límites que el miedo, la moral o la religión pudiesen imponerles en pos de un bien mayor, de un objetivo más justo, creyendo que de su parte tienen la experiencia que les da la perspectiva histórica. Pero al final, no son más que personas, con mayor tecnología, esperanza de vida y conocimientos sobre el mundo que las que habitan el pasado, pero con sus mismos vicios, pasiones y virtudes. 
Batallas poco reñidas.
Y, precisamente por aportar esa perspectiva sobre la humanidad, resulta curioso que los humanos reflejados en estas páginas no sean especialmente complejos. Porque los personajes apenas son actitudes e intenciones, especialmente relacionados con la política, pero carentes de una profundidad que los humanice. Al final, los conoces y puedes intuir su carácter del mismo modo que a los personajes históricos a través de un libro de Historia al uso, pero no mucho más. Sucede lo mismo con las implicaciones a largo plazo de las injerencias de los viajeros temporales. Un eje cronológico final pretende mostrarte en un vistazo los muchos cambios políticos y tecnológicos surgidos en ese nuevo mundo alterado a lo largo del tiempo, pero te deja con las ganas de conocer todas esas historias en profundidad. También es verdad que una serie que lo explicase con todo lujo de detalles podría llegar a los 100 números, y que, como ya apunté, tampoco interesaba al autor contar nada más que esa transgresión del ser humano de todos sus límites. 
Constantino I
en su primera aparición.
Al final, aunque el cómic no aporte grandes sorpresas ni personajes tridimensionales, sí que aporta un apartado gráfico impresionante, una enorme cantidad de datos y una gran profundidad en los interesantes conflictos mostrados, aparte de un inmenso nuevo mundo del que, sin embargo, da lástima apenas conocer una pequeña parte. Cualquier carencia se ve compensada con unos aciertos tan grandes.
PUNTUACIÓN
 Ω Ω Ω Ω

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