26 de abril de 2016

Aquí vivió, por Isaac Rosa y Cristina Bueno


Título: Aquí vivió. Historia de un desahucio.
Guionista: Isaac Rosa.
Dibujante: Cristina Bueno.
Páginas: 256.
Precio: 19,95€.
Editorial: Nube de Tinta.













"Ni gente sin casa, ni casas sin gente". Esta proclama de la PAH y otras plataformas antidesahucios me parece que resume de forma perfecta lo que supuso la crisis en España: de la burbuja inmobiliaria en que la construcción era incesante pasamos a darnos cuenta de la estafa de las hipotecas, que supusieron la expulsión forzada de sus hogares de miles de familias. Un drama tan enorme, que ha ocupado tantos titulares y ha concienciado a tanta gente, tenía que tener una obra de referencia que condensase la situación. Ha tardado, pero aquí lo tenemos. Y quizá ahora sea más pertinente, en un momento en que los desahucios siguen produciéndose pero ya no acaparan titulares...

La historia se centra en Alicia, una adolescente que, debido al divorcio de sus padres, debe mudarse a un nuevo piso junto a su madre. Por si ese proceso no fuese suficientemente traumático, en este nuevo hogar no deja de encontrarse con toda clase de retazos de vida dejados atrás por la familia que ocupaba antes el piso, hasta que directamente conozca a Carmen, una anciana que fue una de las antiguas inquilinas. Mientras desarrollan una tierna relación, Alicia descubrirá que la familia de Carmen fue desahuciada de ese piso que ahora comparte con su madre, lo que desencadenará en ella toda una serie de sensaciones y acontecimientos.

Antes que nada... ¿qué pasa en el cómic español con las casas? Recientemente hemos tenido dos obras llamadas "La Casa", y tanto en la de Paco Roca como en la de Daniel Torres la propia vivienda actúa no sólo como espacio sino como personaje con entidad propia, impregnada de lo que se ha vivido en ella. En este otro cómic sobre casas sucede algo similar, especialmente en los momentos en que se nos muestran los planos de diferentes espacios (que pueden ser desde casas a sucursales de bancos) mientras nos enseñan comentarios de la gente que deambula por estos espacios, uniendo de alguna forma el espacio físico con la abstracción humana del mismo.
Antes la gente nacía en casa y moría en casa. Y sus espíritus acompañaban a los vivos. Ahora la gente se cambia de casa cada dos por tres, y no se llevan con ellos a esos pobres fantasmas.
-Sabiduría de abuela

Esto no es más que una muestra de lo bien que se aprovecha el dibujo en este tebeo. Podría ser un aspecto menos destacado, pero a mí me ha sorprendido porque se trata del primer cómic hecho por Isaac Rosa, que fundamentalmente es escritor. Aunque su estilo habitual es ágil y tiene buenos diálogos, lo que a priori le puede venir bien al lenguaje gráfico, no me habría extrañado que se hubiese tratado de un "libro en viñetas" con apenas ilustraciones que acompañen a la narración, pero no es así. Las escenas narradas sin letras y lo visual de muchas páginas resulta abrumador.
TOC, TOC.


Claro que buena parte de la responsabilidad de esto es del dibujo de Cristina Bueno. Su estilo sencillo, abocetado por partes y bitonal, que fue configurado así según tengo entendido para ahorrar tiempo, en realidad acabó siendo un auténtico acierto para una historia que queda por todo ello muy humana y cercana. Es verdad que la autora es capaz de deslumbrar mucho más, pero la historia tampoco lo pedía.

Volviendo a la propia historia, es cierto que por momentos es casi una didáctica disección del drama de los desahucios, que además se explora desde todos sus frentes: desahuciados, redesahuciados, quienes ocupan una casa desahuciada, los bancos, los policías, los activistas... A todos se les dedica alguna viñeta y tienen momento de explicar su participación en todo ese terrible proceso, aunque claro, nunca se abandona la perspectiva crítica propia del ahora guionista.
De entrada parecía todo lo contrario de mis principios: gente en su mayoría despolitizada que quería tener una casa, propietarios... ¡la propiedad privada! Pero es increíble la transformación que viven. No solo luchan por lo suyo, muchos se convierten en activistas. Se vuelven desobedientes. Llevo toda la vida defendiendo la desobediencia civil y te juro que aquí hay gente que me da mil vueltas. Desobedientes de verdad.
-Me encanta la perspectiva de este personaje...

Ahora bien, no se trata únicamente de una aséptica disección del problema de los desahucios, sino también una historia, particular y concreta. Es más, como el dibujo y las letras, no se puede disociar un aspecto del otro. La potente historia de Alicia y sus múltiples dudas acerca del nuevo piso en que vive junto con la preocupación por la situación de sus padres nos conducen a la inmersión total en el problema social que se trata. Además, el carácter dramático y literario se refuerza con algunas comparaciones descorazonadoras de la situación de los desahucios con momentos de la posguerra española o el Diario de Ana Frank, que al tiempo que impactan se tratan con la distancia suficiente para que no resulten exagerados o fuera de lugar.

Impactante y necesaria
esta escena.
En este desarrollo literario de la historia, el final es lo peor tratado. En primer lugar, por ser algo abrupto, pareciendo más bien una forma rápida de terminar sin tomarse la molestia de dedicarle el tiempo necesario de cerrar propiamente las situaciones planteadas antes. Además, es muy puramente sentimental, a pesar de que la historia ha huido hasta ese momento de caer en el sentimentalismo fácil. A decir verdad, el final como bonito escenario de despedida es efectivo, pero si estuviese mejor hilado con la trama central sería más fácil de aceptar.

A pesar de esa puntilla final, en general es un tebeo de gran calidad que además toca un tema que pedía a gritos ser tratado de esta forma tan central en una obra de ficción, de forma que sirva como un reflejo empático de la situación vivida por miles de familias y todo lo que ha rodeado a la gran estafa inmobiliaria española.

PUNTUACIÓN:
Ω Ω Ω Ω

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