7 de enero de 2016

Ojo de Halcón: Río Bravo, por Matt Fraction, David Aja y Annie Wu



Tïtulo: Ojo de Halcón: Río Bravo.
Guionista: Matt Fraction.
Dibujante: David Aja, Annie Wu y Chris Eliopoulos.
Editorial: Panini cómics.
Páginas: 232.
Precio: 19,95€.









Y tardó, y yo (de nuevo) tardé en reseñarlo, pero al fin me dispongo a comentar el desenlace de la aclamada etapa de Ojo de Halcón de Matt Fraction y David Aja. Y, con toda su contundente calidad, que no se la negaré, me ha dejado un sabor agridulce. Entraré en profundidad en ello a continuación, pero supongo que en definitiva es un caso más de cómo las expectativas demasiado elevadas pueden arruinarte algo genial.

Clint Barton, Ojo de Halcón, trata de proteger su edificio en Nueva York de la mafia chandalera, y las cosas se están poniendo cada vez más y más chungas, especialmente cuando estos mafiosos contratan a un misterioso y despiadado asesino a sueldo. Como si Clint no tuviese suficiente con sobrevivir a su agitada vida sentimental y atender la inesperada visita de su hermano Barney. Por otro lado, Kate Bishop, Ojo de Halcón, trata de hacerse un nombre como superheroína en Los Ángeles sin un duro y con un gato pijo y un perro pizzero a los que cuidar.

Lo primero que llama la atención de este tomo es cómo se van desarrollando paralelamente dos series de Ojo de Halcón. La de Clint Barton en Nueva York, dibujada por David Aja, tiene un estilo más adulto y prosigue con el recurso habitual de la serie a flashbacks y flashforwards constantes. Por otra parte, la protagonizada por Kate Bishop en Los Ángeles, dibujada por Annie Wu, tiene un estilo más positivo y quizá  más ingenuo, acorde a una superheroína adolescente, y tiene una narrativa más lineal. Sin embargo, ambos coinciden en mostrar a los héroes en situaciones patéticas y en humanizarlos hasta el punto de tener mucho más en común de lo que podría parecer por sus personalidades opuestas.

Ambas líneas argumentales se desarrollan como series paralelas, aunque trazando una tensión hacia el punto culminante de la serie. La de Clint especialmente ayuda a escalar esta tensión, centrándose bastante en la relación del superhéroe con su hermano Barney y mostrándonos cada vez más ángulos de la trama de la mafia chandalera que, a decir verdad, cuando se tienen todas las piezas resulta bastante simple y hasta típica. Son unos villanos con carisma, claro, pero sus motivaciones construyen un argumento visto mil veces antes.
-Se ha llevado a mi perro, tío.
-Pues no sé, a mí me parece que el perro se ha pirado.

-Una conversación entre hermanos que demuestra que
Barney no vale para eso de consolar.


Por otra parte, el argumento que sigue a Kate está más alejado de esta tensión principal, aunque claro, resulta obvio que la chica tendrá algo que ver con el desenlace de esta etapa. No obstante, construye una trama propia en torno a la rivalidad de Kate con Madame Máscara que, comparándola en esos términos, resulta bastante más original que la que podríamos llamar "principal" y que enlaza de forma directa con la pomposidad, exceso y frivolidad de Los Ángeles. Por supuesto, hay que destacar aquí la presencia del carismático matrimonio gay formado por Finch y Marcus, que acaban por ser auténticos sidekicks de Kate y que suponen unos anfitriones de excepción para introducirnos en ese mundo loco californiano.



Ambas líneas convergen en un final que pone la vida de Barton colgando de un hilo y que le obliga a hacer piña con la gente de su edificio en una defensa que recuerda a la película de la que toma nombre este tomo (y todo el arco argumental que engloba estos últimos episodios). El sentimiento de comunidad y hermandad con Clint, que acepta su lugar en ese particular grupo al fin, impregna todas las páginas, con un clímax de enfrentamiento con el villano quizá no muy épico (no se trata de eso esta serie), pero a su modo espectacular.

Visto fuera de contexto esto parece alguna versión curiosa de
Soy leyenda.
Ahora bien, el modo en que las tramas se cierran no acaba de convencerme del todo. Más que nada porque no se cierran, más bien se dejan para otro momento. Yo comprendo que esto no es lo último que se escribirá del personaje, pero algunos de estos cabos sueltos se merecían ser atendidos por este equipo creativo. El problema de la mafia chandalera sólo ha remitido, el asunto entre Kate y su padre apenas se ha empezado a explorar y quedan pendientes muchas conversaciones entre Clint y gran cantidad de los personajes, sobre todo femeninos, de la serie. Lo único que me gusta cómo se soluciona es el destino final de Barney, aunque no le habría venido mal un tratamiento más sosegado. Y es justo eso lo que hace falta desde mi punto de vista, un número de despedida, más tranquilo y pausado ya que el gran clímax ha pasado. 

Tampoco tanto, ¿eh?
El dibujo es otro punto que me presenta peros en este tomo. No, no me he vuelto loco, sigo adorando la narrativa da David Aja y cómo maneja tanto las situaciones de calma como las de tranquilidad, que aquí se impregnan más que nunca de un tono cinematográfico. Pero lo cierto es que, aunque haya estado toda la serie diciendo que podía llegar a más, creo que lo mejor que ha dado en esta serie estuvo en los primeros números. Y eso a pesar de que los dos episodios finales son impactantes y reutilizan muchos de los recursos vistos en esos primeros números, pero precisamente por esa reutilización de recursos ya mostrados a lo largo de la serie consigan menos impacto. Los números de Annie Wu siguen la estela que Javier Pulido inició para los números de Kate, con una expresividad más caricaturizada que el estilo de Aja y unas escenas de acción plagadas de líneas diagonales que por momentos pueden provocarte tanto mareo como las cámaras de una película de acción.

Luego, por mucho que Matt Fraction siga imprimiendo su tono particular a la serie (y eso que me gustó más el guión del tomo anterior), aunque con David Aja siga teniendo números muy originales (muy destacable el que se centra en mostrarnos el episodio desde la persectiva de un sordo, aunque recuerda mucho al capítulo del perro pizzero del pasado tomo) y pese a que los capítulos de Annie Wu también tienen momentazos (hay un número impregnado de nostalgia sesentera centrado en un desaparecido dúo musical que resulta brillante), en este tomo me quedo con el número dibujado casi enteramente por Chris Eliopoulos. "Amigos invernales" supone una forma increíblemente original de introspección del personaje protagonista, Clint Barton, mediante su particular visión de una serie infantil centrada en las festividades de invierno. No sólo es ingenioso y profundo, sino que es increíblemente divertido. El espíritu de la serie resumido en un capítulo que parodia la televisión.

La portada, así como la introducción y el final de éste número
sí los dibuja David Aja.
Para cerrar como comentario de lo que ha sido la serie en general, , me ha parecido muy buena, pero tenía la potencialidad de serlo mucho más. Quizá sea por las altas expectativas que me creó la inmensa cantidad de gente que la alababa sin parar, pero tengo la sensación de que le falta un empujoncito para llegar a la obra maestra. Y la sensación agridulce de la que hablaba al comienzo de la reseña la tengo porque no voy a poder darle a ningún tomo de esta serie, a pesar de lo que me ha gustado, la puntuación máxima. Sin embargo, como analizo los tomos recopilatorios de la edición española, parece que no existan algunos números sueltos que, en sí mismos, sí me parecen de diez (muchos de los primeros dibujados por David Aja y el par de números dibujados por Francesco Francavilla). Y menos ocurre en este tomo que, comparativamente, será el que menos me ha gustado de la serie, más que nada porque contenía un final que no me ha convencido plenamente, como ya he explicado... Y ya me duele, ya.

PUNTUACIÓN:
Ω Ω Ω Ω

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