15 de julio de 2015

30 días de noche: la trilogía original, por Steve Niles y Ben Templesmith

Para los que no se hayan dado cuenta por las elevadas temperaturas o estén fuera de este hemisferio, he de informar de que es verano. Y se nota. Hace mucho calor, y por eso he creído que era de recibo realizar una serie de reseñas sobre cómics que nos transporten hacia parajes nevados y fríos para combatir las altas temperaturas...



Título: 30 días de noche: la trilogía original.
Guionista: Steve Niles.
Dibujante: Ben Templesmith.
Editorial: Norma Editorial.
Páginas: 384.
Precio: 29,95 €.










A pesar de haberme visto las dos películas que adaptaban las primeras partes y de haberme acercado al spin off de David Lapham en cómic de esta saga, nunca me había acercado directamente a ella. Y no sé por qué, porque todos aquellos derivados me habían gustado bastante, pero no me convencían directamente para hacerme con esta "trilogía original", como han titulado a este tomo recopilatorio de las tres primeras partes. Sin embargo, ver el arte de Ben Templesmith me convenció definitivamente de acercarme a ella...

La historia de 30 días de noche comienza en Barrow, Alaska, donde los inviernos son muy largos ya que el sol se pone para no volver hasta un mes después. 30 noches perpetuas que se convierten en un buffet libre para una serie de vampiros rebeldes y alocados, lo que derivará en una serie de consecuencias que se sentirán a lo largo de toda la saga y que afectarán especialmente al sheriff Eben Olemaun y a su mujer y ayudante Stella.

La verdad es que desde que comencé a pasar entre una historia y la siguiente me di cuenta de por qué, pese a ser un tomo recopilatorio, se enfatizabaa el hecho de ser una trilogía diferenciada. Y es que las tres partes tienen una calidad argumental muy desigual, incluso tienen tonos diferenciados dentro de continuar una historia:
Portada con una calavera de vampiro...
sí, las portadas son así de geniales.
En el primer cómic se nos presenta la simple premisa del ataque a Barrow durante los 30 días de noche. Es una buena premisa, pero nunca pretende complicarse demasiado, con una estructura de planteamiento, nudo y desenlace con una interesante guinda y algunos elementos que aparecen fugazmente para aderezar. Quizá sea la historia más redonda de las contenidas en este tomo, pero también por ello es la más simple. Se nota que Niles va a lo que tiene que contar de una forma tan directa como los vampiros que se dirigen a su presa en ella. Sin miramientos ni especiales rodeos, la historia es la que más puramente puede enmarcarse en el género de terror, con el pueblo sufriendo las acometidas de los brutales vampiros.
Estos vampiros son unos chulacos.
La segunda parte es un verdadero despropósito argumental. Sin más. La primera siempre estuvo lejos de patinar, pero es cierto que su simpleza no se lo permitía especialmente. En esta secuela, titulada Días oscuros, se concentran en los pocos cabos sueltos y tramas secundarias que la primera parte habría podido dejar y avanzan hacia la interesante cuestión de por qué los vampiros siguen siendo un secreto hacia la humanidad... pero lo hacen sin contestar demasiado a las preguntas que ellos mismos plantean o dando soluciones directamente absurdas. Además, giran el tono del terror hacia la acción, lo cual no tendría por qué implicar que se simplificase todo, pero lo hace. Un final efectista y hasta cierto punto previsible (aunque simpático) cierran esta secuela para olvidar.
Si creen en nosotros no nos temen. Y si no nos temen, pueden derrotarnos. ¿Hace cuanto que estas palabras atormentan a los no muertos? Si son ciertas, ¿no somos nosotros los que vivimos atemorizados?
Lo dice Dane, personaje que se presenta en la segunda parte,
aunque lo dice en la fantástica conclusión.

Mi favorita es la tercera entrega, Regreso a Barrow, que a decir verdad mezcla las anteriores: el tono inquietante y terrorífico con la violencia y la espectacularidad. Como se puede intuir por el título, de nuevo volvemos al oscuro y frío pueblecito de Alaska que de nuevo es atacado por vampiros... sólo que ahora los aldeanos no están indefensos. Es cierto que la trama se despega de la simpleza del primer número, como sucede en el segundo, y, de nuevo, al hacerlo tiene ciertas disonancias y absurdos, especialmente en las primeras páginas que sientan la base de lo que sucederá después, pero no veo que sean tan agresivos y que en sí arruinen el cómic. Más bien sientan la base de una espectacular batalla campal ante la que sólo puedes sentarte a disfrutar y que cierra, junto con una extrañamente emotiva escena final, la saga por todo lo alto.

Por mencionar un poco los personajes y su evolución, podría comentar que en la primera parte son bastante simples y poco desarrollados, apenas actitudes típicas del género de terror, con un antagonista Vicente y con el héroe Eben. Quizá se avance un poco más en la segunda parte, haciendo intentos de que los personajes sean más interesantes al introducir al vampiro amante de los humanos, Dane, y especialmente al poner el foco de la historia sobre Stella, pero la verdad es que el absurdo de la historia los acaba absorbiendo y lo que era una oportunidad de desarrollar propiamente a Stella se convierte en su caída hacia la irracionalidad. En la última parte, junto con el ambiente de Barrow se recuperan a los personajes que son meras actitudes, pero al introducir nuevos y más personajes se alejan más de lo típico visto en cualquier historia de terror. Y además se introduce al particular John Ikos, un personaje que avanza desde lo enigmático hacia lo simpático a lo largo del número y que se convirtió en mi personaje favorito de la saga. En gran medida es culpa suya que disfrutase tanto de la tercera parte.
Stella Olemaun,
una pena que se desarrollara en la floja segunda parte.
Pero no son los personajes en sí lo que considero más atractivo de la saga en cuanto al guión, sino la visión de los vampiros dada en ella. Como ya he dicho, son vampiros brutales, asesinos sanguinarios de aspecto amenazador que no dudarán en lanzarse sobre tu cuello con sus dientes afilados. Y además son una sociedad, una especie de cultura oculta y secreta que integra desde ancianos sofisticados que permanecen vitales gracias a la inmortalidad como monstruos modernos exaltados y ávidos de sangre. Este concepto del monstruo en sociedad, del vampiro racional, produce que cuando son crueles lo sean desde el pleno conocimiento de ello. Son una sociedad (casi) íntegramente compuesta por peligrosos psicópatas que en ocasiones utilizan estrategias sofisticadas. Es cierto que la mayoría de los personajes vampiros, aunque basados en este concepto complejo, se encuentran bastante caricaturizados, pero ello sólo enfatiza el miedo que deben inspirar en los humanos.
Épica y emblemática batalla entre vampiros
de este cómic.
Ahora bien, el verdadero atractivo de este cómic, lo que lo mantiene a un nivel de calidad alto por encima de lo que sucede en él y que te permite olvidarlo cuando así conviene, es el excelente dibujo. Ben Templesmith realiza una labor excepcional, dando un unitario estilo siniestro que combina dibujos complejos con caricaturas que no se apartan de lo sucio y lo oscuro en ningún momento. Las perspectivas que buscan siempre imágenes atractivas, el uso de tipografías irregulares y los diseños de página que buscan combinar ilustraciones impactantes producen un disfrute constante en lo visual. Además, el hecho de que cada parte de esta saga busque cada vez más la espectacularidad que la anterior produce que sean habituales ilustraciones a toda página o incluso a doble página que hace que sea difícil avanzar en el cómic, ya que resulta complicado dejar de observar estas grandiosas escenas.
Página interior original.
Y así todo.
De este modo, nos encontramos ante un tomo terriblemente desigual, que nunca llega a un nivel sobresaliente en el argumento, pero que consigue crear un concepto interesante de vampiros, que desarrolla a ratos una historia de terror en formato cómic (cosa ciertamente no fácil) y que, sobre todo, tiene un increíble apartado gráfico que experimenta para obtener grandes dosis de espectacularidad y dotar de un tono siniestro a esta historia que la hace mucho más disfrutable.

PUNTUACIÓN:
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