21 de junio de 2015

Super Crooks: el atraco, por Mark Millar y Leinil Yu

No me he currado mucho la foto.
Meh.
Tampoco es un buen cómic.



Título: Super Crooks: el atraco.
Guionista: Mark Millar (co-argumentado con Nacho Vigalondo).
Dibujante: Leinil Francis Yu.
Editorial: Panini Cómics.
Páginas: 128. 
Precio: 15 €.












Mark Millar es el gran experimentador del mundo del cómic de superhéroes. Su mesa de trabajo es un gran laboratorio en el que burbujean conceptos clásicos superheroicos, se emulsionan con un sentido del humor perverso y de afán transgresor y en ocasiones se le realizan mezcolanzas imposibles surgidas de otros géneros o medios. Tras la inevitable reacción explosiva que sigue a la unión de tantos elementos contrapuestos, siempre surge una premisa interesante. Otra cosa es que el escocés decida insuflar a esa premisa de un poco de su genio o prefiera dejar que avance sin ponerle mucho mimo. En el primer caso surgen grandes obras maestras, en el segundo, experimentos fallidos que nunca debieron ver la luz. Y hay que decir que, tristemente, Millar está produciendo muchos de estos experimentos fallidos en los últimos tiempos..

Pongamos como ejemplo este Super Crooks. La premisa que se desarrolla aquí se centra, como ya hiciera en Wanted, en los inmorales supervillanos. Uno de ellos, Johnny Bolt, se percata durante su estancia en la cárcel de que los superhéroes que siempre frustran sus planes criminales se encuentran en Estados Unidos, de modo que es hora de unas vacaciones. Así, decide reunir a un grupo estratégicamente escogido de sus compañeros supervillanos para dar un gran golpe en España, azuzado por las deudas de su gran mentor, The Heat. Sin embargo, el plan se les complicará porque incluye robar a The Bastard, uno de los mayores supervillanos que han existido, ahora retirado.

Por lo tanto la premisa principal (al menos con la que venden el tebeo) es: ¿qué sucedería si los supervillanos decidiesen cometer sus fechorías fuera de las fronteras estadounidenses? Y la verdad es que es una premisa interesante y que a mí me resulta más atrayente aún porque el "fuera de esas fronteras" se produce nada más y nada menos que en España. Tenía ganas de saber cómo manejarían una ambientación tan cercana y a la que la promoción del cómic (y del indeterminado proyecto de película de Nacho Vigalondo) daban mucha importancia. Sin embargo, la acción se desarrolla en Tenerife la mayoría del tiempo, lo cual no sólo me aleja bastante de la ambientación sino que provoca ciertas disonancias con algunas ambientaciones que se intuyen madrileñas en el dibujo.

Pero igualmente podría haberse desarrollado una historia bien ambientada y llamativa desde esos conceptos, que desde un primer momento se imbrican con la poderosa influencia de la saga de Ocean de Steven Soderbergh. La verdad, esa mezcla de influencias y conceptos todavía podría dar lugar a algo muy bueno. Y lo consigue durante las primeras páginas, pero antes de la mitad toda la originalidad del cómic se pierde para convertirse en una especie de parodia o adaptación superheroica de la saga de Ocean. Lo que comenzó como una tenue influencia alrededor del grupo que Johnny Bolt reúne se transforma en un plagio descarado en torno a personajes, argumento y estilo, sólo que agregando superpoderes, de modo que la premisa original de supervillanos enfrentándose a un entorno extranjero se vacía totalmente.
Vale, chicos, vamos a robar un montón de dinero sucio.
-Ya hasta uno se imagina a Bolt con la voz de 
George Clooney.

De modo que los personajes tampoco son algo muy destacable, claro. Con Bolt siendo el Danny Ocean de la banda y The Heat como Reuben Tishkoff, en definitiva se podrían buscar toda una serie de paralelismos entre los miembros de la banda, así como en el villano (o el villano opuesto a los villanos centrales...), The Bastard. Quizá por eso, pese a ser un cómic centrado en los villanos, me resulta más interesante lo que hacen con los superhéroes. Al fin y al cabo, los villanos en este cómic se dedican a ser malvados y egoístas unos con otros, como se podría uno esperar de un villano. Sin embargo, a los superhéroes se les saca de su zona de superioridad moral habitual y se les da unas historias llenas de ambiguos claroscuros impregnadas del humor agresivamente soez que Millar sabe desplegar tan bien. Sin embargo, apenas se nos presentan a dos de estos héroes, Praetorian y Gladiator, cada uno como secundarios de uno de los bandos de esta particular enfrentamiento entre villanos.
Praetorian 
en su ambiente.


Los dibujos de Leinil Francis Yu resultan expresivos y a ratos espectaculares, aunque tampoco desgasta mucho su imaginación a la hora de diseñar a una serie de superhéroes y supervillanos con un vestuario simple. Al fin y al cabo los personajes son únicamente un trasunto de otros y sus superpoderes no muy imaginativos. De hecho, los diseños de los personajes valen más en cuanto a su rostro como civiles que en cuanto a su indumentaria superheroica, lo cual podría ser un rasgo a destacar si, de nuevo, las personalidades que pretende transmitirnos no fuesen un calco de otra cosa. Pero no voy a desmerecer su trabajo, que es ciertamente destacable y contiene algunas páginas de una gran fuerza.

En definitiva, un cómic que podría haberse manejado en un terreno original, pero no supo y decidió copiar algo preexistente. Sí, es entretenido de leer, y de hecho podría hablar de sus efectistas giros de guión hacia la última parte, pero de nuevo, esto es una característica que se coge sin más de la saga de Ocean y su cuadrilla, de modo que tampoco voy a repetir demasiado el mismo análisis. Apenas sirve como testimonio de la anécdota sobre el encuentro y la amistad que se produjo entre el guionista escocés y el cineasta español Nacho Vigalondo, quienes idearon este proyecto conjunto de cómic y adaptación cinematográfica que no parece que vaya a verse completo, y no por falta de motivos.

PUNTUACIÓN:
Ω Ω

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