14 de febrero de 2015

La tetería del oso malayo, por David Rubín

La prueba de que lo leí con un té calentito.



Autor: David Rubín.
Editorial: Astiberri.
Páginas: 184.
Precio: 18€.














El cómic gallego lleva ya años siendo un filón de artistas que se proyectan desde el Atlántico hasta el mundo. Ahí tenemos a la gran figura que representa Miguelanxo Prado o al enorme talento que desborda Emma Ríos. De la generación de esta última es David Rubín, creador de El Héroe, la epopeya en viñetas que, tras ser un éxito europeo, va camino de publicarse en Estados Unidos. Pero para vislumbrar los comienzos de este autor ya de referencia, es ésta la obra a la que hay que atender.

En un mundo en que animales antropomorfos, superhéroes y seres mitológicos tienen su lugar, no podía faltar el reposo que aporta a tan variados habitantes una tetería. Regentada por Sigfrido, un oso malayo, este local es más bien un "consultorio psicoanímico", como afirma su propietario, un lugar en el que las almas atormentadas por mil historias acontecidas en un mundo alocado descansan y desahogan el pesar que padecen. Este cómic trata de esas pequeñas historias que van a confluir en esa particular tetería.

"Rugen nuevas tormentas en el corazón con las que entretener clientelas. Vuelca en la barra su reluciente colección de disparates, el aprendiz de artista. Sin trampa ni cartón, limpio de astillas, Sigfrido abre las puertas de su teatro de variedades cotidiano."
-Fragmento de una genial introducción
en la que el propio Rubín presenta la obra.

Se plantea este cómic, pues, como una recopilación de diversos relatos que confluyen en la tetería de Sigfrido. La mayoría de ellos publicados en la revista Dos veces breve, redibujados o retocados para la ocasión. Una apuesta interesante que permite articular todo un tomo de diferentes relatos y al tiempo no limita en absoluto la temática de los mismos. De hecho, situar a un oso como tendero abre la veda de lo imposible de modo que puedan confluir aquí historias sobre cruentas guerras o sobre reinos de fantasía

Aún así, a pesar de que haya una disparidad en cuanto a que sucedan cosas extraordinarias o mundanas, o a que los protagonistas sean humanos o animales, siempre y en todo lugar las historias no se despegan del género adulto. Es más, no se despegan de un género dramático, trágico, sentimental, que David Rubín maneja adecuadamente para no convertirlo en sensiblero y que tras unas cuantos relatos ya identificas como puramente suyo. Me parece uno de los grandes aciertos del cómic, conseguir hacer con personajes delirantes historias con mucho corazón, con las que cualquier persona podría identificarse.
Pow, pim, tatatá, kaboom, slap...


Otro gran valor que el autor aporta al cómic es la prosa que desborda, que se empapa de lirisimo y aporta un tono épico o trascendental a cada momento. Resulta muy efectiva y vistosa por lo general, aunque es cierto que en ocasiones resulta quizá barroca de más o resulte especialmente pretenciosa, algo que se nota, por ejemplo, en unos momentos románticos que por momentos han llegado a parecerme ñoños. Aún así, las veces que esto sucede, como ya dije, son las menos, y durante la mayor parte del cómic se disfruta de unos bocadillos repletos de buen hacer.
"-Contigo es todo tan fácil...
-¡Qué bonito estás así, sonriendo!
-Tú estás bonita hasta triste."
-Uf.

Por supuesto, el estilo de este cómic no se completaría ni casi tendría sentido si no fuese por el dibujo de Rubín. Aunque todavía evolucionaría desde aquí, podemos contemplar ya ese estilo que mezcla el dibujo animado con lo sucio, siendo a la par sórdido y amigable. Desde luego, una forma particular de hacer cómic que se complementa con una narrativa gráfica que aquí se me asemeja mucho al manga. Un estilo muy propio que viene perfecto para este recopilatorio de tristeza, pasión y jovialidad.

Antón y las llamas.
De entre todo ese maremágnum, en el que se encuentran historias tan emotivas y certeras como "Órdenes" junto a odas al cómic de superhéroes del que Rubín es deudor como es el caso de "Gira la llave", yo me quedo con "Patatas", una historia que resulta poesía hecha cómic, que logra combinar el oxímoron de una tragedia encarnada en un rechonho hipopótamo antropomorfo. Sin embargo, con la historia de cierre, "Cosas que terminan por romperse", me sucede algo curioso y contradictorio. Contiene a un personaje que no me termina de gustar, cuenta una historia que veo excesivamente simple y dramática y en general es lo que menos me gusta del recopilatorio, siendo el único relato creado para la ocasión. Y sin embargo creo que es un buen cierre para el tomo, porque veo que es probablemente la historia más personal contenida en él, que conecta con todos los sentimientos melancólicos vertidos a lo largo del mismo y los concreta en uno sólo, dotándolo de una gran fuerza.
Me encanta la ilustración de contraportada pero...
¿Era verdaderamente necesaria la silueta del pene de Sigfrido?
En fin, poco me queda ya que contar. Sólo espero que dejéis que Sigfrido os acoja en estas páginas, porque verdaderamente es un personaje entrañable y cercano. Y porque son páginas muy cuidadas, por cierto, ya que se trata de una edición con una portada acartonada que le va muy bien y diversos anexos de introducción y despedida muy completos. Aunque no se puede esperar menos de la gran editorial que es Astiberri. En definitiva, un gran cómic por muchos motivos de un autor que ya es grande y tiene potencial para serlo aún más.


PUNTUACIÓN:
Ω Ω Ω Ω

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