19 de enero de 2015

Mort Cinder, por H. G. Oesterheld y Alberto Breccia





Título: Mort Cinder.
Guionista: H.G. Oesterheld.
Dibujante: Alberto Breccia
Editorial: Planeta DeAgostini.
Páginas: 224.
Precio: 18€.









En los años 60 la historieta argentina vivía una inmensa etapa de creatividad (que acompañaba a los progresivos cambios sociales) de la que surgieron numerosas publicaciones que aglutinaban una gran variedad de estilos e influencias, y de cuyas páginas brotaron iconos tan identificables como la eterna Mafalda. Uno de los guionistas más prominentes del momento fue Héctor Germán Oesterheld, que se ha convertido en un símbolo del cómic argentino no sólo por su imaginación desbordante, sino también por su trágica desaparición a la llegada de la dictadura militar. En cuanto a dibujantes, quizá el más grande fue el uruguayo Alberto Breccia, cuya influencia se extiende más allá de su patria adoptiva, pero con un estilo que fue en progresiva evolución desde lo más simple y efectivo hacia lo experimental hasta alcanzar grandes cotas de espectacularidad y expresividad incluso en viñetas cotidianas. Que juntos diesen luz a una gran obra era cuestión de tiempo. Y así fue como surgió Mort Cinder.

La historia se centra especialmente en Ezra Winston, un anticuario de avanzada edad que vive una vida apacible rodeado de toda clase de objetos viejos. Sin embargo, todo cambia cuando conoce a Mort Cinder, un ser misterioso del que sólo sabe dos cosas: que estaba muerto y que ha vivido mucho más que él.

La edición que analizo, que recopila todo el material que existe tal y como fue publicado en la revista Supermisterix y derivadas, se divide en dos partes muy claras. La primera, prácticamente hasta la mitad, cuenta la historia de cómo Ezra se encuentra con Mort Cinder, narrando una particular aventura de misterio y terror que camina entre lo sobrenatural y lo científico. En este primer momento se desarrolla claramente la narrativa atrapante y novelesca de la que Oesterheld es capaz,  a través de la perspectiva de Ezra, encadenando los hechos para dejar en un eterno suspense al lector hasta que finalmente culmina la historia. En este punto, poco antes de la mitad, es cuando el tono del cómic varía dando paso a una segunda parte más centrada en las vidas pasadas de Mort Cinder, en la que él mismo es el narrador, y en la que poco a poco se va configurando la particular relación entre el inmortal y Ezra. Así, esta segunda parte tiene una estructura de pequeños relatos relacionados con diferentes momentos en la extensa vida de Mort Cinder que se adaptan mucho más al modo de publicación original. El tono y la ambientación de cada uno de estos relatos va cambiando drásticamente, dando lugar a una rica variedad que alimenta la curiosidad del lector acerca del misterio de Mort Cinder.
"Mort Cinder es quizá esa vida que se quedó incrustada en la materia inerte (nunca diré muerta) de las cosas."
-Ezra Winston trata de definir a su compañero.

Y es que esta segunda parte es verdaderamente para la que trabaja la primera y en la que se nos establece la dinámica de un cómic serial de gran calidad. En primer lugar, por la propia relación que mencionaba entre Ezra y Mort, dos personajes muy diferentes que se complementan sorprendentemente bien. Es decir, no sólo funciona, por supuesto, Mort, que es el motor de la historia gracias al enigma que rodea su existencia, sino que también resulta de una gran originalidad colocar como su compañero al anticuario Ezra Winston. Podrían haber elegido, quizá, a un joven que corriese aventuras al lado del inmortal Mort Cinder, pero Oesterheld decidió colocar a un viejo anticuario que apenas supiese desenvolverse en situaciones de riesgo pero que, gracias a su admiración por lo antiguo, establece una conexión especial con su compañero, movida a ratos por la curiosidad y a ratos por la complicidad.
Ezra.
Además, también es en esa segunda mitad cuando se desarrolla una mayor creatividad en las historias. Puede que, respecto a la primera parte del cómic, se pierda en gran medida el estilo de Oesterheld para desarrollar esa narración inquietante que te deja pegado a las páginas, pero también resulta interesante ver cómo se adecua a diferentes situaciones. Aún así, está claro que lo que sobresale en ese segundo momento es el argumento de cada una de las historias, que se mueven en espacios y tiempos tan diversos como la antigua Babilonia o la Segunda Guerra Mundial, dándonos historias tan diversas como una versión ciencia ficción que explican el mito bíblico de la torre de Babel, una perspectiva dura y pendenciera sobre el encierro atemporal en una cárcel o la particular narración de la Batalla de las Termópilas que cierra el tomo, que bien podría salir perdiendo en varios aspectos respecto al 300 de Frank Miller. Sí es verdad que, aunque se prueban tantas cosas, se echa en falta una mayor experimentación en estas historias en relación a Mort Cinder. Podría aprovecharse más este personaje que no es sino una interrogación ambulante, dando quizá pistas laberínticas e inconclusas sobre su origen o jugando con la posibilidad de que pueda morir y resucitar en cualquier momento. No obstante, es difícil poner esta clase de peros cuando la mayoría de los relatos contenidos aquí son tan redondos.
"La desesperación es un pozo que se agranda. Que se ahonda. Se ahonda. Hasta que llegan los pájaros. Sí, los pájaros. Gaviotas de vuelo blanco y chillido salvaje con yodo y sal... y están los cardos. Con las semillas que se lleva el viento. Ya no son semillas. Ya son ansias de sol. De azul. Y está la muchacha desnuda llamando desde las olas. Cabellos que se enjoyan de espuma. No sé cuánto tiempo están las gaviotas, y los cardos, y la muchacha. Días. Semanas. De pronto, está el grito... grito. Grito más allá de toda humanidad. De toda desesperación. Y golpes sordos. Y siempre el grito."

-Mort Cinder describe su estancia
(¿una de ellas?)
en prisión.

Sin embargo, alejándonos ya de las grandes historias contenidas aquí, el dibujo también resulta espectacular, pues se realizan en un momento en que Alberto Breccia comenzaba a experimentar con sus dibujos para dar lugar a un cómic con un ambiente y personalidad únicos. Y es que no sólo podemos encontrar en este dibujo una gran expresividad y cercanía con los personajes, sino también una narrativa gráfica que sabe adaptarse desde los ambientes tenebrosos de la primera historia hasta la variedad de registros contenidos en la segunda parte del cómic, sin por ello perder su particular estilo (que se define especialmente por el entintado dado a esta edición). No es fácil ser el dibujante de H. G. Oesterheld, ya que su narrativa descriptiva y florida ayuda a que el dibujo pase a un segundo plano, pero Breccia supo reordenar estas prioridades a su favor, siendo así que por momentos el dibujo eclipsa en gran medida a lo demás.
Y éste es Ezra corriendo.
No, no he puesto ninguna foto de Mort y su diseño es genial...
pero como es casi un spoiler lo dejaré así.
Un talento, el de los dos artistas, que está bien empaquetado en una edición muy cuidada. Planeta DeAgostini ha puesto el resto en este tomo en el que ha querido respetar la publicación original, con algunas páginas apaisadas para no modificar el dibujo original, un entintado y restauración que dignifican el material y un orden adecuado que sitúa cronológica y editorialmente cada uno de los capítulos. Además, no debemos olvidar que se trata de una reedición completa de un material seriado de hace más de 40 años, cosa ya muy complicada, que además se completa con un guión inédito y con un fragmento de una narración de Oesterheld. Un trabajo editorial de excepción.

De modo que no puedo hacer más que recomendar este clásico del cómic que quizá merezca un mayor reconocimiento, por crear dos personajes inolvidables y originales, por el especial ambiente creado por un dibujo grandioso, por las particulares historias que desfilan por sus páginas y por una narración que, como acostumbra Oesterheld, resulta excepcional. Nada que no pudiese esperarse del encuentro más aclamado entre estos dos grandes del cómic.

PUNTUACIÓN:
Ω Ω Ω Ω

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