20 de diciembre de 2013

Buenos presagios, por Terry Pratchett y Neil Gaiman




Título: Buenos presagios.
Autor: Terry Pratchett y Neil Gaiman.
Páginas: 400.
Editoral: Timun Mas.
Precio: 15 €.









Dos amigos, uno de los cuales apenas acaba de publicar un libro llamado El color de la magia y otro que apenas ha comenzado en el periodismo y por ninguna parte puede augurarse la carrera de novelista que tiene por delante, deciden colaborar en un proyecto literario que, desde su punto de vista, tiene una temática perfecta para hacer humor con ella: el fin del mundo. Eso es Buenos presagios, pero si me pedís una definición más concreta, aquí va la sinopsis de la cubierta posterior del libro. Sí, sé que suelo currármelo más y hacer una sinopsis propia, pero ésta es tan buena que no puedo dejar pasar la oportunidad de ponerla. La habré releído decenas de veces. Ahí va:

Según Las Buenas y Acertadas profecías de Agnes la Chalada, Bruja (el único libro fiable de profecías, escrito en 1655, antes de que ella explotara), el fin del mundo tendrá lugar el sábado. El próximo sábado, de hecho. Justo antes de la hora de la cena.
Los ejércitos del Bien y del Mal se están agrupando, la Atlántida está resurgiendo, llueven sapos y los ánimos están algo alterados así que... todo parece ajustarse al Plan Divino. De no ser por un ángel quisquilloso y un demonio buscavidas que han vivido a costa de los mortales desde el comienzo de los tiempos y que no están dispuestos a aceptar tan fácilmente eso del "Fin de la civilización tal y como lo conocemos".
Y... ¡vaya por Dios! ¡Parece que alguien ha hecho desaparecer al Anticristo!




Este libro es difícil de analizar por la propia estructura, que no es sino un reflejo de la forma improvisada en que se hizo. Al fin y al cabo se trataba de un mero divertimento para ambos autores. Básicamente se nos cuenta la historia a través de fragmentos que pueden durar varias páginas o abarcar apenas dos líneas. Y además los personajes y situaciones cambian repentinamente tras cada fragmento con lo que, hasta que te acostumbras a esa loca estructura y puedes comprender cómo el fragmento se incluye dentro de la historia general, lo más probable es que el libro te parezca una delirante sucesión de acontecimientos. Y eso cuando no te saquen de la historia que están contando con alguna nota a pie de página que contenga datos aleatorios. Eso sí, todo ello impregnados con la genialidad de estos talentosos escritores.

Pero esta sensación de desconcierto apenas dura las primeras páginas. Después puedes sumergirte con bastante facilidad en la historia, que en un principio se centra en mis dos personajes favoritos: Crowley, un demonio que ha aprendido a admirar la capacidad de hacer el mal de los humanos; y Azifarel, un ángel que se deleita con la vasta cultura humana. Los diálogos entre ambos personajes no sólo son lo más increíblemente divertido dentro de este libro lleno de momentos que te sacarán bastantes risas, sino que también resultan irónicos, inteligentes y serán los que transmitan muchas de las ideas y conceptos contenidos en la obra.
-Ganaremos, de eso no cabe duda-dijo.
-Tú no lo deseas-contestó el demonio.
-¿Y por qué no, si se puede saber?
-Oye-dijo Crowley desesperado-, ¿cuántos músicos crees que tenéis en vuestro bando? De primera clase, quiero decir.
Azifarel parecía desconcertado.
-Bueno, si no me equivoco...-empezó a decir.
-Dos-continuó Crowley- Elgar y Liszt. Y eso es todo. Los demás los tenemos nosotros. Beethoven, Brahms, los Bach, Mozart, todos. ¿Tú te imaginas una eternidad con Elgar?
Azifarel cerró los ojos.
-Perfectamente-gimió.
-Crowley y Azifarel
ante la dolorosa visión de lo que sucede tras el último de los días.

Tras esta brillante primera parte cargada de locura extrema, se sucede una segunda parte del libro que desarrolla principalmente dos tramas: la de Adán Young y Los Ellos, y la del neófito cazabrujas Newton Pulsifer y todo lo que le lleva a encontrarse con la bruja Anatema Device. Y no es que estas dos líneas argumentales me desagraden, porque hacen avanzar la historia por cauces ciertamente originales, pero veo un bajón de nivel respecto al principio, sobre todo en lo referente al humor. No obstante, aunque no me arrancase tantas risas, me gustó especialmente la historia de Adán, que poco a poco va dando muestras de lo que llegará a ser en la magnífica apoteosis del libro. En cuanto a Newton Pulsifer y Anatema Device, supongo que me quedo con la historia del ejército cazabrujas, que no es poco.

Pero una vez termina esta parte central que es la que más te puede dejar indiferente llega la maravillosa conclusión. Me rindo ante la forma tan discreta y gradual con la que sucede el fin del mundo gracias a lo que sucede en el pequeño pueblo de Tadfield y su relación con Adán Young. Este momento de clímax, si bien no recupera el grandioso humor de un principio, te abruma con la grandeza de los acontecimientos, con su modesto origen, con la desconcertada e incrédula reacción de la gente corriente y con la forma en que todo afecta a los personajes llevándoles de las formas más rocambolescas hasta Tadfield. La enorme combinación de todo ello y lo imprevisible que resulta este libro tan delirante consiguen mantenerte con los ojos pegados a las hojas.
-Los tiempos están cambiando.-Eso-dijo Ligur, con una sonrisa-. Están acabando, para empezar.
-Hastur y Ligur, duques del infierno.

Y a pesar de ese clímax tan trepidante y genial, el final que le sucede no termina de agradarme. La verdadera conclusión del libro me deja una sensación agridulce. Por un lado me encanta el concepto que han querido mostrar con ello, dándole un mayor trasfondo a la lucha entre el bien y el mal y el papel que los humanos tienen en todo ello(contado de forma más explícita pero magnífica en otro de los maravillosos diálogos entre Crowley y Azifarel). Por otra parte, veo que se trata una conclusión que en realidad no concluye nada. Los hechos se aceleran desde que el clímax se resuelve hasta dar con un culmen al que los autores no han tenido valor de dar un final tajante que hubiese encajado a la perfección con la historia.
El camino del infierno está pavimentado con vendedores a domicilio congelados. Los fines de semana muchos de los demonios más jóvenes van allí a patinar.
-Fragmento aleatorio porque sí.

Mención especial merecen los Cuatro Jinetes. Son personajes que no pueden dejar de aparecer en un libro sobre el fin del mundo como Dios manda (jejejeje), y la verdad es que adoro la interpretación que de ellos hacen Pratchett y Gaiman (idea especialmente de este último, por lo que declaran en las entrevistas del final). Es curioso comprobar lo que los Jinetes hacen diseminados por la Tierra cuando no tienen un Apocalipsis que liderar, y la forma en que se reunen. Especialmente interesante es la forma en que adaptan a Peste a los nuevos tiempos, en los que esa enfermedad y otras similares no suponen un problema tan extendido al conjunto del mundo. Es toda una hazaña lograr que unas reinterpretaciones tan esencialmente irónicas de estas personificaciones de los males del mundo tengan también esa presencia digna, majestática y siniestra que se les supone en todos los fragmentos dedicados a ellos. Y no por ello pierden sus toques del más desmedido humor, pues los fragmentos en que adoptan a otros cuatro moteros para que les acompañen a modo de pequeña broma y sus consecuencias directas son de los más divertidos de todo el libro.


Nos encontramos ante un libro diferente, con un ritmo muy desigual pero con personajes y situaciones memorables que te sacarán más de una risa y un argumento que acaba por entrelazar muchos absurdos para dar lugar a una apoteosis que, no obstante, desemboca en un final que no sabe demasiado a final. Neil Gaiman puede hacer cosas mejores. Terry Pratchett puede hacer cosas mejores (como diría el gran Oblivion). Pero, y a pesar de la nota que voy a ponerle, merece la pena ser leído si quieres ver a estos dos genios colaborando en una obra que, por lo menos, es muy singular.

PUNTUACIÓN:
Ω Ω Ω

2 comentarios :

  1. El diálogo entre Crowley y Azifarel sobre el pobre Elgar es de lo más absolutamente épico de todo el libro. Cuando lo leí no podía dejar de reír. Faluboso.

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    1. Eso y otras referencias musicales como el Beethoven que acaba siendo Freddie Mercury...

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