21 de junio de 2012

Cuentos de amor, de locura y de muerte, por Horacio Quiroga

Puede parecer una edición pasable, pero alejaos de ella





Título: Cuentos de amor, de locura y de muerte
Autor: Horacio Quiroga
Editorial: Plutón Ediciones(la que yo tengo, pero no la aconsejo, como explicaré al final del post)
Páginas: 186
Precio: 2€





Antes de reseñar el libro en sí, os voy a hablar de la vida del autor. ¿Por qué?, se preguntará el siempre inquisitivo lector. Pues porque eso fue lo que a mí me convenció para leer el libro. Se trata de una vida plagada de imágenes escabrosas y sucesos trágicos que resulta cautivadora y que creo que merece la pena conocer. Tranquilos todos, pararé cuando resulte excesivamente educativo.(AVISO: entre esto y la comparativa final de editoriales baratas esta reseña va a ser rara)


Horacio Silvestre Quiroga Forteza nació en Salto, Uruguay, el último día de 1878. Quizá el haber nacido en un año que moría era un presagio trágico de la fatalidad que le acompañaría toda su vida y que influiría en su obra. Ni siquiera tenía un año cuando su padre murió en un accidente de caza, quedando él bajo el cuidado de una madre tal vez excesivamente protectora. El nuevo casamiento de su madre nunca contó con la aprobación de Horacio, a pesar de que el padrastro, Ascensio Barcos, hizo lo posible por atraer su cariño. No lo consiguió antes de quedar paralizado en una silla de ruedas que le llevó a una desesperación tan profunda que le induciría al suicidio. La visión de Barcos accionando con el dedo gordo del pie una escopeta que se dirigía a su propia cabeza se quedaría para siempre marcada en la mente de Horacio Quiroga, quien por aquél entonces contaba diecisiete años. Tras un inicio renqueante en la literatura y un fracaso amoroso grave, Horacio fue a París conociendo, entre otros, a Rubén Darío y, dicho sea de paso, dilapidando toda la herencia familiar en juergas salvajes una vida desahogada y alegre. Regresó de nuevo a su país gracias a la caridad, pues estaba arruinado, y allí volvió a ver a la muerte de cerca. Su amigo y escritor Federico Ferrando perecía en sus brazos a causa de un proyectil disparado por el mismo Quiroga, quien pretendía enseñar sin mucha fortuna a su víctima a usar un arma. Habiendo apenas olvidado esto, Quiroga se alistó en la expedición del escritor argentino Leopoldo Lugones a los lugares en donde antiguamente se emplazaban las misiones jesuíticas. Allí quedó prendado da la selva, que sería su obsesión desde ese momento. De vuelta a la civilización, Quiroga impartió clases de literatura en Buenos Aires. Allí se enamoraría de Ana María Cires, una de sus alumnas, todavía adolescente, y acabó por casarse con ella a pesar de la oposición de los padres debida a la diferencia de edad. El escritor compró unas hectáreas de selva y se llevó allí a su esposa, pero no consiguió librarse del acoso de su madre, cuyas constantes intromisiones en los asuntos de la pareja acabaron por desquiciar a ambos. Ni siquiera los dos hijos que tuvo junto a Horacio pudieron dar algo de alegría a Ana María, que murió tras una semana de agonía por una ingesta voluntaria de sublimado. Tras el suicidio de su esposa, Horacio volvió a Buenos Aires y trabajó allí en el consulado uruguayo. No tardó mucho en hartarse de nuevo de la ciudad, en volver a casarse con una mujer mucho más joven(esta vez María Elena Bravo, una compañera de estudios de su hija Eglé) y en regresar a la selva para disfrutar su amor. No lo disfrutó mucho la esposa, que desde el primer momento se mostró molesta con vivir en la jungla y acabó por abandonar al escritor, llevándose con ella a sus dos hijas. Abandonado, solo y depresivo, lo único que le podía hacer sufrir más, sucedió: le diagnosticaron un cáncer que acabaría con su vida. Antes de fallecer de forma lenta y progresiva, Horacio Quiroga regresó a Buenos Aires para morir tomando cianuro el 19 de febrero de 1937.

No os metáis con él... ¿Qué pinta esperabais que tuviese?
¿Quién mejor para escribir un libro titulado "Cuentos de amor, de locura y de muerte"? Pues nadie, ya que Quiroga ha sabido tratar los tres temas de forma soberbia, en toda su pureza. La eterna, tierna y triste aspiración del amor, la errática, imposible e inexplicable turbiedad de la locura y el repentino, trágico e insalvable advenimiento de la muerte. Especialmente este último tema domina, como en su vida, sobre todos los demás. Con una prosa realista que no se detiene en reflexiones vanas (las cuales por otra parte pueden enriquecer mucho un texto), Quiroga explica dulcemente con quince cortos cuentos sucesos fortuitos y extraños basados en su experiencia.

-Sí, se repiten-sacudió largo rato la cabeza-. Todas las situaciones dramáticas pueden repetirse, hasta las más inverosímiles se repiten...

-Esteban, del relato La muerte de Isolda

Esto a pesar de los relatos que se encuentran en medio, que parecen mucho más fortuitos y carentes de significado. Son algunos relatos que me hicieron dudar de hacerle una reseña bonita a este libro ya que parecen contar poca cosa. Nada que ver con los que podemos encontrar al principio o al final, que son además más largos que los que se encuentran en medio, que tienen apenas unas pocas páginas. Pero por lo general, unas historias conmovedoras, como pocas la inicial, Una estación de amor, que hará estremecerse a los más sensibleros. Y muy destacables son también las que tratan de animales. La particular forma del autor de coger el elemento propio de las fabulas de los animales parlantes y someterlo al realismo biológico de sus descripciones consigue unos relatos de animales en los que aquellos que conozcan al animal descrito sabrán advertir los gestos y las actitudes del bicho. Por eso Yaguaí, el relato que trata de la vida de un fox terrier, es el relato que más me ha llegado. Puede que eso indique que tengo un problema... En cualquier caso, otro de los relatos que quiero subrayar entre los demás es el último, La meningitis y su sombra, que, contrariamente a la mayoría de los relatos, da un final ciertamente alentador y esperanzador cuando todo parece perdido.

Por último voy a resaltar de entre los aspectos escritos la belleza de la escritura sudamericana. Casi podía escuchar una voz seseante cantar con el especial deje uruguayo, tan parecido al argentino, cada expresión. Eso sí, a veces era un fastidio tener que buscar en el diccionario cada poco términos y expresiones indígenas en aquellos relatos especialmente ambientados en ambientes salvajes del nuevo continente, pero bueno, son nuevas cosas que se aprenden y nunca vienen mal.

Hablando ahora de los aspectos editoriales, voy a abrir ahora una especie de anexo para hablar de las editoriales baratas de grandes clásicos, porque es un tema del que alguien tiene que hablar. Me refiero a  esas ediciones que oscilan entre el euro y los cuatro euros, que se pueden encontrar en puestecillos de libros de ferias del libro antiguo o en estaciones de autobuses y que sirven para que cualquiera pueda tener a bajo precio estas grandes obras de la literatura. Debido a mi experiencia comprando este tipo de ediciones, paso a haceros una especie de comparativa. En este caso, la edición elegida es Plutón, la cual es totalmente desaconsejable a no ser que no te quede opción. Lo mismo sucede con Publimexi. Parece que estas dos editoriales publican sin mirarse antes los contenidos y, especialmente con autores extranjeros en los que las traducciones pueden llegar a un nivel desastroso, esto podría degenerar en una mala comprensión del libro en cuestión. Pasables son las ediciones de Fontana, que presentan un poco más de corrección, pero las más recomendables entre todas son las de Edimat(pese a lo feo de sus portadas por lo general... es decir, ¿verde, rojo y marrón? ¿en qué piensan?), que además de tener sus contenidos bien ordenados y correctos, presentan unas introducciones más que interesantes y completas(gracias a ellas me he vuelto un experto en la vida de Oscar Wilde). Así que ya sabéis: Edimat ante todo, Fontana está bien y Publimexi y Plutón deberían ser evitadas. Pero claro, si eres un sibarita de alta alcurnia, lo mejor es tener una edición más completa y cara, de una editorial con más renombre. En el caso que nos ocupa, el de Cuentos de amor, de locura y de muerte, tras una ardua investigación(consistente en una búsqueda en la página de fnac), he descubierto que existen dos ediciones de bolsillo, de Edaf y Losada, y una de mayor precio y formato editada por Menoscuarto. Estoy seguro de que cualquiera de ellas será mejor que la que yo poseo.

Tras esta digresión y volviendo a la conclusión final del libro, se trata de una recopilación de relatos altamente emotiva que refleja las experiencias y conocimientos del autor, transmitiendo con toda crudeza los temas que le da el título. El amor extremado que lleva a la locura. La locura desubicada que lleva a la muerte. La muerte impredecible que acaba con el amor. Un bello collar de quince cuentas, pese a aquellos eslabones débiles que se encuentran en la mitad y que enturbiarán ligeramente mi valoración general del libro por ser más insulsos. Como se dice en la última frase del libro:

¿Qué más puedo añadir?

PUNTUACIÓN:
Ω Ω Ω Ω

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